360º
Autor: Sergio Pérez
Ahora que paso muchas horas por las carreteras me ha dado por fijarme en lo que encuentro por el camino y en esta primera entrega de una serie de anécdotas indefinidas, me centraré en las rotondas que se utilizan en las carreteras y que te permiten elegir entre varias salidas.
Hace unos días empecé a ver un perro en una de las rotondas de entrada a Alcañiz. El primer día me sorprendió verlo y pensé en lo peligroso de la situación. Estaba allí, bien limpio y erguido, mirando cada coche como lo hacemos nosotros en la noches de verano de la barbacana. Los días siguientes el perro seguía en su misma ubicación cada vez más sucio, triste y alicaído, Ahora que ya no está y sigo pasando por allí, me acuerdo de él y su disyuntiva: “estoy en una rotonda así que ¿Me quedo o me voy? Y si me voy ¿a dónde lo hago?
En ese caso esa rotonda tenía una serie de salidas bien distintas. La primera hacia un polígono industrial y un centro comercial, la segunda va al centro de Alcañiz, una tercera hacia un tanatorio recientemente abierto, la cuarta una gasolinera con otro polígono industrial y algún bar. La quinta se dirige a un hotel-restaurante y a un club de neones y una ultima de salida de Alcañiz dirección Zaragoza.
Digamos que tomando como ejemplo esta rotonda, podríamos considerar que alrededor de ella podríamos saciar todas nuestras necesidades básicas: Comer, dormir, trabajar, joder y hasta organizar la última de tus fiestas vestido bien elegante con un traje del mejor pino americano.
Desde otro punto de vista podríamos decir que cada rotonda es una decisión con múltiples salidas y si dudas de cual escoger, otro al que afecte esa misma decisión puede adelantarte o golpearte. Así pues, cada uno de nosotros, conduzca o no, tiene que tomar cada día una serie de rotondas, unas con más salidas que otras, y de nuestra destreza eligiendo la dirección correcta depende nuestro futuro. Si nos equivocamos puede ser que demos un rodeo y que nos cueste más tiempo llegar a nuestro objetivo o bien que acabemos en un callejón sin salida.
Por más que pasemos por muchas de nuestras jornadas de manera intrascendente, todos los días decidimos algo. Una de las primeras decisiones que tomamos cada día es la de qué ropa me pongo, otra qué hago para comer, y así sin parar.
Ahora que no pasamos por buenos tiempos a nivel laboral se echa de menos que haya poca gente que tome decisiones y se atreva a emprender y a diversificar los oficios por el pueblo. Todos sabemos que en el pueblo, por ejemplo, no hay carpinteros y ya van muchos años y tienen que venir de muy lejos a montarnos los “barandaos” y que los autónomos de otros gremios van hasta arriba de faena. Nos pasó con los peluqueros que se nos jubilaron y la gente se ha ido adaptando al “difícil cambio” de poner nuestras cabezas en manos de una mujer tras toda la vida con el corte de pelo a navaja. Y así ejemplos varios.
Emprender es difícil y costoso. Y no es fácil, pero siempre se ha hecho ¿no? y posiblemente en peores tiempos que éstos. Además, ser el jefe de uno mismo tiene sus ventajas.
También me consta que en el pueblo hay mucha gente cualificada y con títulos (aunque esto no importa tanto) que bien por conformismo o porque en su momento era lo más fácil, dejaron de buscar trabajo en lo que habían estudiado y se montaron en el hormigón armado.
Y la dependencia de un pueblo de una empresa tiene sus riesgos, o que se lo pregunten a Zaragoza con la Opel y sus empresas asociadas. Claro, que en este caso, la DGA les va a apoyar con 200 millones de €. Nosotros no tendremos nunca esa suerte.
Por eso creo que la situación actual es idónea para que aparezcan jóvenes emprendedores que busquen ganarse la vida en el pueblo. ¿Quién es el primero que mueve ficha?
La partida ha comenzado, abran juego, señores.
PD: Es curioso que en los mapas del Google ya se puede ver como quedará la futura variante de Alcañiz o la de Fuentes…. ¿Ponemos a informáticos al frente de los gobiernos de nuestras comunidades autónomas y ayuntamientos a ver si se nota?
1 comentario
anonimo -
mar.