La sabiduría NO es algo simplemente equiparable a la capacidad intelectual o a la inteligencia....
La sabiduría NO es una forma de creatividad....
La sabiduría NO es un epifenómeno de la edad....
La sabiduría NO es una mera pericia práctica, fruto de la acumulación de experiencias vitales...
La sabiduría es la función del yo que permite “negociar” con la realidad los aspectos problemáticos de la existencia.
La practica personal de la sabiduría es posible en todas las edades, pero la capacidad de aconsejar a los próximos, siguiendo criterios de sabiduría es una capacidad difícilmente adquirible antes de los 30 años y la capacidad de enseñar o transmitir la propia sabiduría es una capacidad difícilmente adquirida antes de la mitad de la vida.
Asimismo, cual jugador de ajedrez, ser sabio implica tener la capacidad de anticipar efectos derivados de nuestras acciones, que los demás no alcanzamos ni siquiera a vislumbrar.
Si alguien me hablara de un sabio, yo imaginaria a priori a alguien casi etéreo, celestial, alguien al que con solo mirarle a los ojos, descubrir algo casi irreal, sublime. No me resulta difícil identificar a Da Vinci, Sócrates, etc con la aureola de sabio, pero se me hace difícil imaginar a algún sabio que viva en mi tiempo. Y eso se debe a las falsas concepciones que tenemos de lo sabio y lo lerdo, de lo correcto e incorrecto, de lo real y lo irreal. Por ejemplo, se me hacía difícil aunar el concepto de sabio con el de persona con aficiones cinegéticas. Con los años he ido aprendiendo las falsas creencias y prejuicios que albergamos.
Pues bien, un día más despertamos y nos invaden una vorágine de noticias. Nos hemos acostumbrado y a escuchar todo tipo de sucesos con gran dosis de escepticismo, lo mismo ocurre si despertamos y nos enteramos de la muerte de un escritor. Muchos le conocen simplemente por haber escuchado su nombre, otros por las enciclopedias, otros vagamente por la asignatura de Literatura, otros por haber asistido a alguna adaptación de su obra el teatro o al cine, otros por ser sus lectores....... y la mayoría, ante la enorme repercusión en la prensa y la proliferación en ella del relato de su obra, consideran que es lo típico que acontece cuando alguien importante muere, que se exagera sobre sus virtudes y su obra. Y así, puede que muchos no alcancen a percibir que hemos perdido un sabio en nuestro tiempo
Porque la sabiduría entraña conceptos como integración, diálogo, límites y su referente último siempre es la realidad. El mismo Ortega y Gasset comprendió la relación dinámica entre yo y realidad: “la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre (...)”. En nuestra ignorancia, pensamos que los sabios son personas que navegan en las alturas y desconocen las circunstancias cotidianas. Sin embargo, para negociar con la realidad, un sabio debe conocerla y aunar sus circunstancias con los valores éticos y trascendentales de la vida. Ello presupone, por un lado, ser capaz de encontrar un equilibrio entre los numerosos polos conflictivos que están presentes a lo largo de nuestra existencia. Hay muchos ejemplos de resoluciones dialécticas logradas en sus obras “Mi vida al aire libre”, “Pegar la hebra” y “Conversaciones con Delibes”: justicia-libertad, aborto-progresismo, respeto por los animales- actividad cazadora, amor propio-altruismo, interés agrícola- interés cinegético, amistad sincera- relación distante, censura-expresión libre, periodismo-literatura, universalidad-localismo, etc. Según Baltes y Smith, la definición más certera de la sabiduría es la habilidad en el manejo de los aspectos prácticos de la vida. En el caso de Miguel Delibes: familia numerosa, trabajo múltiple (clases de comercio, periodismo,, creación superior, actividades deportivas al aire libre), habilidades tenísticas, futbolísticas, bicicleta motocicleta, escopeta, artes de pesca....
En la connotación de la sabiduría como función negociadora, Miguel Delibes adopta una actitud vital, que consigue plasmar en una trayectoria vital, donde la obra emana de su vida y donde la vida no está al servicio de la obra, sino ésta al servicio de la vida. Así, fundamenta su sabiduría en la vida: las raíces en una tierra, la vinculación con la naturaleza, el amor a una mujer y la familia con ella formada, la fidelidad al idioma castellano....
Otro rasgo de la sabiduría psicológica es conocer sus propias capacidades y sus insuficiencias, como por ejemplo, los aspectos técnicos del oficio de escritor. El va articulando, definiendo y re-construyendo estas capacidades, con ello dignificó el oficio de escritor
Miguel Delibes confiesa: “yo tengo una manera de ser receptiva. Ante cualquier polémica me convencen con los argumentos del uno y mañana lo del otro” (Conversaciones....,p55). Podría entenderse esto como falta de solidez en los propios criterios, como inestabilidad, sin embargo, no es más que un muestra de la capacidad de entender distintos puntos de vista, de ser permeable a distintas sensibilidades, todo lo contrario a las personas que caminan por la vida sin cambiar un ápice ninguna de sus creencias o ideas, incapaces de entender que hay muchas formas de contemplar las mismas cosas. De esas personas, frecuentemente admiradas como símbolo de coherencia, que se muestran siempre seguras, yo personalmente, huyo porque para mí suele ser síntoma de estrechez de miras, como mínimo y llevado a su extremo, como síntoma de radicalismo. Prefiero la duda, el debate, el escuchar a los demás, el contemplar que éstos pueden tener siempre algo de lo que yo puedo aprender. Para mí, la persona que así actúa, lejos de caer en contradicciones, mantiene una trayectoria coherente a lo largo de su vida y una trayectoria de crecimiento personal.
Miguel Delibes ha ejercido su actividad crítica de la sociedad industrial, del crecimiento sin límites, de la destrucción de la naturaleza, y demás reflexiones que efectuó en 1970. No es un sabio alejado de la realidad. Sólo quién reflexiona de un modo profundo, al margen de modas, complacencias, contemporizaciones, puede permanecer vigente
Las características vitales del binomio hombre-obra protagonizado por Miguel Delibes Setién conforman una conducta sabia.
Por ello, aunque es difícil reconocer en el presente a las grandes personalidades porque el presente cubre con el velo de la inmediatez los juicios y consideremos que en nuestro tiempo ya no existen sabios, para los que creen que se han perdido los grandes valores éticos y morales, quiero desde aquí lanzar la idea de que tal vez tengamos concepciones equivocadas de la realidad, de la perfección, tal vez nuestros jóvenes tengan muchos más valores que nosotros tuvimos y no lo sepamos ver ....
Entretanto, seamos conscientes de que en nuestro tiempo, hemos compartido nuestro espacio vital con un genio.
Rita María Tomás Sancho